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ARTE Y ECOLOGÍA

RESIGNIFICANDO LOS MATERIALES DEL ECOSISTEMA

RESIGNIFICANDO LOS MATERIALES DEL ECOSISTEMA

 

Ana Badessi
In memoriam de Marta Medina de Santos, con quien realicé parte de este trabajo.

MARTA FORTÉ

Esta artista pertenece a la generación del 60, década importantísima en el aspecto cultural de nuestro medio, ya que desde el Consejo Provincial de Difusión Cultural, entidad creada por el escritor Julio Ardiles Gray, se genera una importante movilización, a través de sus vocalías, a las actividades de Música, Teatro, Artes Plásticas y Literatura.

Dentro de las actividades artísticas, podemos decir que las inicia con el Teatro, donde encuentra un estilo oral, gestual y visual para expresarse, logrando reunir la potencia dramática con la dinámica de los conceptos en acción para crear la comunicación entre el actor y el espectador.

Luego de radicarse en Buenos Aires en los 70, siente que la gran ciudad la apabulla, regresa al norte y se instala en Las Estancias, en la provincia de Catamarca. Vive en ese valle donde la gente mantiene intactas sus creencias, sus mitos, religión, costumbres. Ese nuevo paisaje, los cerros, las noches estrelladas, esa tranquilidad, la estimulan para encontrar una nueva manera de volcar todo su potencial creativo: la antigua actividad de las “teleras”, casi extinguida, la lleva a dedicarse al arte textil; en este espacio ocupa hoy un importante lugar en el arte argentino. Comienza aprendiendo el oficio junto a los lugareños y perfeccionándose en Buenos Aires con especialistas como Joan Wall, Antoinette Galland y Luis Negroti.

Su creatividad surge en el valle y en el silencio de esas tierras. Es entonces cuando "conversa con Tata Dios" quien, está convencida, le manda inspiración y fuerzas para trabajar. Por eso, porque todo lo que la rodea es obra de Dios, recoge "pedacitos de naturaleza" y los combina logrando efectos verdaderamente asombrosos. Cuenta: "en mis caminatas por los lechos de los ríos o por las quebraditas del bosque, recojo raíces, lianas, palos con formas sorprendentes y hasta osamentas...”; también expresa: "he usado elementos vegetales y musgos, esos largos que corren en los ríos de invierno con poquita agua, que se tiñen muy bien. He recurrido a la arcilla, al alambre de gallinero, a la madera y a la piedra..."Usa, además, lana de oveja, guanaco y llama, cerdas y tientos, hongos. A pesar de la preferencia que tiene por los recursos que le brinda la naturaleza, dice: "no me niego a mezclarlos con acrílicos ciudadanos y contemplo divertida la amistad que logran entre ellos".

Si bien en la mayoría de sus tapices subyace la urdimbre que proporciona el telar (utiliza siempre el vertical), a medida que progresa en cada obra las ideas que van surgiendo la invitan a incorporar elementos no convencionales; en muchos casos cada trama nueva que agrega en forma manual a la urdimbre puede sugerirle una modificación que altera totalmente la idea original...por eso, hilo por hilo, color por color, todo es elaborado por ella misma, como el escultor cuando modela paso a paso la arcilla, como el grabador que con sus gubias va perfilando una xilografía que sólo a él puede pertenecerle.

Cuando su creatividad lo requiere, abandona el plano bidimensional característico del tapiz clásico, invade el espacio con planos que avanzan y retroceden, utilizando distintos recursos: en lugar de la urdimbre plana del telar, utiliza como soporte alambre de gallinero, sobre el que puede ir tramando con el hilo o la lana y luego modelar ese soporte, separando el tapiz del muro con un rico juego de superficies altamente dinamizadas. Trabaja con texturas visuales y táctiles, algunas de una sutileza singular; otras tan fuertes y agresivas que crean efectos más dinámicos y potentes.

LA IMAGINERÍA

No podemos dejar de incluir un capítulo dedicado a la actividad de Marta Forté cuando realiza trabajos iconográficos. Creemos que una cosa sucede a la otra: el tapiz la llevó paulatinamente a la tridimensionalidad y de ésta al modelado hubo un solo paso.

Apoyándose nuevamente en las costumbres y creencias populares, comienza a trabajar con la iconografía mariana. Investiga y descubre diferentes maneras de representar a María que la inspiran en este quehacer destinado, desde sus comienzos, a proveer de estatuas sagradas a los hogares y a las iglesias y capillas lugareñas.

Desde luego, esta actividad tuvo sus orígenes en América en épocas más cercanas que el tapiz: proviene del arte religioso hispano - americano; la talla y confección de imágenes eran enseñadas a los aborígenes durante la colonia, buscando instruirlos y exaltar el espíritu religioso.

Marta Forté trabaja con una de las técnicas provenientes del período colonial ya que son “imágenes de vestir", o sea que están constituidas por un maniquí de madera - un "palo", al decir de la autora -, al que cubre con las vestiduras propias de cada advocación y le agrega cabeza, manos y a veces pies modelados en arcilla. Pero incorpora además otros elementos, otros detalles surgidos de sus necesidades expresivas: las vírgenes y eventualmente algún santo, están emplazados sobre bateas de algarrobo trabajadas con "azuelas" por la gente del lugar.

Partiendo de la batea, comienza su tarea de convertirla en el retablo que contendrá la imagen; utiliza tiento, al que teje en macramé.

En la vestimenta de las vírgenes trabaja de diferentes maneras, pero siempre las confecciona ella misma: tejidos, bordados, aplicación de puntillas, etc.; en el caso de la Virgen del Valle y muchas otras, el manto está tejido aplicando la técnica "wrapping"; en el vestido utiliza un hilo vegetal que elaboran los indios del Pilcomayo: "caraguata".

Mención especial merece en este tema el Cristo instalado en la Capilla del Señor, en el Valle del Suncho; Marta Forté lo cuenta así al diario "LA GACETA": "Para mí lo realmente original es el Cristo Criollo. La cruz es un palo entero de queñoa, que es una planta que crece arriba de los dos mil metros de altura. La corona la hice de espinillo; la cara de arcilla fue pintada con acrílico. La barba y el pelo son de hilo de "caraguata", es decir, de fibra de planta textil, macerada. El manto que cubre parte del cuerpo es una chalina de mi "tata", es de lana de vicuña tejida por teleras originarias de la localidad de Belén, un pueblo de Catamarca. El Cristo es el dueño del valle. Me lo pidieron para exhibirlo en otras provincias pero me negué a cederlo. De aquí no sale. Si quieren conocerlo que vengan para el valle".

"Obra de arte que se abre al contemplador con su mensaje que nos habla de la tierra, de sus oquedades, de la lejanía, de árboles, plantas, raíces, huesos, que reciben y nutren la tierra en ese eterno retorno de nacer, morir y renacer”

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